Freidoras en la cocina de La Serrana, en el hotel 40 Nudos. / MARIETA
La bajada de un 17% de la recogida de aceite usado en restaurantes de Asturias revela una caída del consumo en hostelería.
La bajada de un 17% de la recogida de aceite usado en restaurantes de Asturias revela una caída del consumo en hostelería.
viernes 17 de febrero, 2017
17/02/2017
Restaurantes y cafeterías con cocina eliminaron el año pasado 70.632 litros de aceite usado frente a los 84.745 de 2015, un 17% menos que para Pumariega Gestión, principal empresa de reciclaje de este producto, responde claramente al «descenso importantísimo en la cifra de negocio» de los establecimientos, el mismo número que en años anteriores. Según sus datos, pero sobre todo según sus impresiones, la «crisis» que denota esta recogida es «mucho más importante en Avilés que en Oviedo y en Gijón». «A pesar de las iniciativas culturales que se llevan a cabo en Avilés y de lo bonita que es la ciudad, vemos que la hostelería no responde igual que en las otras dos ciudades», amplía Ángel Pumariega.
Aunque ninguno niega que la crisis se ha dejado sentir, los hosteleros consultados manifiestan opiniones encontradas. Mayor o menor número de comensales, el aceite de freidora se cambia igualmente cada cierto número de usos o en función del día estipulado. Hay quien opina, también, que en Avilés se ha dado una situación curiosa. No solo el golpe de la recesión llegó un poco más tarde, y por tanto la salida también, sino que hay un nuevo estilo de locales, con otro tipo de cocina, que quizás no emplean tanto aceite como los de comida tradicional.
Lo verbaliza Carlos Rodríguez, de Casa Alvarín: «No tengo la impresión de que se gaste menos aceite, al menos nosotros», explica. En su restaurante funcionan con tres freidoras, una para patatas, otra para el pescado y una tercera para rebozados, en las que «el gasto y el ensuciado es el mismo». «Quizás pueda ser por un menor número de negocios, ya que algunos cerraron por jubilación, porque no les fueron bien las cosas, o también porque cada vez hay menos restaurantes de mantel». Se refiere Rodríguez a 'los de toda la vida', con un comedor al uso y platos tradicionales. «Cada vez se da más un nuevo tipo de cocina en la que yo creo que el gasto de aceite es menor», aprecia. Señala, también, que Avilés vivió «una 'burbujilla'» cuando la crisis azotaba con fuerza a otras localidades asturianas. «Aquí antes de la inauguración del Centro Niemeyer y ese mismo año, 2011, no habíamos percibido aún el bajón que sí notaron en otros sitios», apunta. «Llegó más tarde, pero también parece que nos está costando salir más. Aunque ahora parece que hay un repunte», comparte.
Coincide Jorge Pelegrín, de Pasarela Niemeyer, un restaurante que realiza abundantes guiños a la cocina asiática, con parte del diagnóstico de su colega. «Nosotros apenas gastamos aceite. No tenemos freidoras, todo lo hacemos en sartén. Así que, en nuestro caso, no es muy perceptible esta caída de la recogida», abunda.
Rubén Álvarez habla de La Biblioteca, en Rui Pérez, y su opinión va muy línea con los anteriores. Su amplia carta de platos combinados, cazuelas y bocatería a precios más que competitivos están respaldados por una clientela en aumento, «pero sí es cierto que los proveedores nos hablan de que no es la tónica general y de que durante la semana Avilés se mueve peor», revela. Es este modelo, junto con el de la nueva cocina, en cuyos representantes es difícil conseguir una mesa en fin de semana sin haber reservado con antelación, el que parece resistir mejor el embate de la economía.
Son más los restaurantes de 'mantel', a los que se refería Carlos Rodríguez, los que sí confiesan una bajada de la clientela. Les sorprende, eso sí, una bajada tan grande de los litros recogidos. José López, de la sidrería Rías Baixas, confirma que se vende menos desde hace algunos años, pero «aceite tenemos que gastar lo mismo».
«El bajón fue en 2013»
De parecida opinión son Justo García, de la sidrería Yumay, o Marisa García, de Casa Marisa. El primero apunta que le chirría un descenso precisamente del año 2015 a 2016. «Yo diría que para peor no fue. El bajón de locura fue en 2013, pero el año pasado yo diría que, más que repuntar, logramos mantener». Asegura que él no tiene controlado lo que se gasta de aceite en su restaurante, pero sí que el de las freidoras se cambia igualmente. «En una de ellas el cambio es diario y para las otras tenemos diversos días», explica. A la segunda, Marisa García, le pasan a recoger el aceite cada ocho o quince días. «Y siempre va lleno. Nunca marchan con el bidón vacío y no se me ocurre echarlo por el fregadero o la basura», aclara.
Pablo Pinto, de Casa Pablo, en Piedras Blancas y recién trasladada a la avenida Principal, sí aprecia un descenso del consumo, aunque corrobora la opinión de los anteriores. «El aceite tenemos que cambiarlo aunque no lo utilices mucho», certifica.
Fuente: elcomercio.es
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