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La cara B de los biocombustibles: ¿está aumentando el robo de aceite usado?

La cara B de los biocombustibles: ¿está aumentando el robo de aceite usado?

viernes 22 de marzo, 2024

La cara B de los biocombustibles: ¿está aumentando el robo de aceite usado?

La cara B de los biocombustibles: ¿está aumentando el robo de aceite usado?
Se siguen encontrando vías para regularizar lo robado

A Coruña presume de ser una ciudad abierta al mar. Pero también es una ciudad cercada por los combustibles fósiles. El subsuelo de los barrios periféricos de la ciudad está atravesado por varios kilómetros de oleoductos por los que, hasta hace poco, circulaban siete millones de toneladas de petróleo cada año. Recientemente, la ruta cambió (la terminal portuaria a la que llega el crudo se ha sacado de la ciudad), pero el destino sigue siendo el mismo: la refinería de Repsol, situada también parcialmente en el municipio vecino de Arteixo. Allí se producen, desde hace 60 años, todo tipo de combustibles. Y allí se produce, desde hace poco, lo que la empresa ha bautizado como la gasolina renovable del futuro.

La producción de biocombustibles (aquellos derivados de residuos orgánicos, como el aceite de cocina usado o restos vegetales del campo) sigue siendo baja, pero en los últimos años no ha dejado de aumentar. Según los últimos datos disponibles, la planta de A Coruña produce cinco millones de toneladas de distintos productos petroquímicos al año, de los cuales dos millones son combustibles. Para ello, en 2023 utilizó 225.000 toneladas de residuos orgánicos, desde aceites de fritura hasta restos vegetales agrícolas.

A la cabeza del negocio de los de los biocombustibles en España está Repsol, que ya tiene en funcionamiento en Cartagena (Región de Murcia) una planta de biocombustibles avanzados con la que pretende fabricar anualmente 250.000 toneladas. El año que viene espera abrir la segunda, esta vez en Puertollano (Castilla-La Mancha). Y hará lo propio Cepsa, que recientemente ha anunciado que construirá una planta en Huelva.

Sin embargo, esta actividad tiene sus lados oscuros. A rebufo del interés por los residuos orgánicos para la industria fósil, los robos de aceite usado se están multiplicando. Y las pequeñas organizaciones que se encargan de su gestión, muchas de ellas con propósitos sociales, se enfrentan a una realidad cada vez más complicada.

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Fuente: climatica.coop.

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